Un caso con mucha intriga y un investigador aún más intrigante.
La historia está narrada en primera persona desde el punto de vista de Bush, y ese es uno de los aspectos más interesantes de la novela. Si la investigación en sí y el proceso de resolver los asesinatos de dos chicas jóvenes que se parecen mucho a un asesinato cometido hace 17 años es fascinante (y a mí me gustó en particular el que la historia se desarrollara en una pequeña población americana, lo que conlleva prejuicios para los investigadores de la gran ciudad a los que se les hace difícil integrarse y entender la mentalidad de los habitantes), yo encontré las revelaciones de los procesos mentales de Ethan Bush mucho más interesantes. ¿Por qué?
Bueno, él es un hombre inteligente. Él lo sabe y se lo recuerdan muchos de los personajes (y no todos los testigos son tan inteligentes como él ni de lejos). Su inteligencia no siempre le es de gran ayuda. Personajes que son bastante menos inteligentes que él (el sheriff, la policía local, incluso su propia madre… ) hacen contribuciones importantes al éxito de la misión. Él reconoce y admira la moralidad de algunas personas (especialmente Jim Worth, un carácter muy sólido y que podría convertirse en su mano derecha y su conciencia, y confío en que nos lo encontremos más adelante en la serie), pero no es intachable y no lo duda a la hora de cruzar la línea de lo éticamente correcto si cree que es necesario para resolver el caso (y no estrictamente en beneficio propio). Tiene sus debilidades, incluyendo la atracción irresistible que siente por Vera, una de las testigos, pero también una sospechosa. Es algo obsesivo en sus métodos y tiene que tenerlo todo bajo control, hasta el punto de preferir escribir notas en un cuaderno (Moleskin, que se convierte en su marca personal) ya que no le gusta tener que depender de la tecnología ya que podría fallarle. Y durante el libro se obsesiona con volver a correr, hasta el punto de retrasar el interrogatorio de un sospechoso para no tener que cambiar su programa de entrenamiento. Correr significa para él mucho más que simplemente hacer ejercicio, aunque solo nos damos cuenta de ello más adelante. (Por cierto, sé que el autor es un corredor avezado y ha escrito libros sobre el tema así que eso podría hacerlo aún más interesante para gente a le que le guste correr.) A pesar de que Ethan está constantemente analizándolo todo y no para de pensar (lo que le lleva a sufrir severos dolores de cabeza, aunque también es probable que sean psicosomáticos), no se conoce muy bien a sí mismo, y se le escapan pistas y oculta detalles debido a sus propios problemas sin resolver. Pero esos problemas son los que lo hacen fascinante.
Ethan Bush no es un héroe de atractivo irresistible y tiene muchas imperfecciones, y eso es un punto a su favor, en mi opinión. Es un hombre a la búsqueda de soluciones, para el caso y para sus propios problemas. Y nunca abandona. Irá tan lejos como haga falta, le cueste lo que le cueste.
No sé si a los lectores que disfrutan especialmente del reto de averiguar quién es el culpable lo encontrarán a la medida de sus talentos (yo sospeché quién lo era bastante temprano, aunque me hizo dudar muchas veces) pero si disfrutáis de personajes complicados con relaciones interesantes y una historia bien escrita, creo que esta serie tiene el potencial de engancharnos y mantenernos en vilo por mucho tiempo.